Crónica de una hija única
           

A mis cuatro años pedí un hermanito, para mi sorpresa era más fastidioso de lo que me imaginaba, tres años después nació otro sin previo aviso, ahora la pesadez venía por partida doble, ya no era hija única, pero luego de aquel día donde me los quitaron de mi lado sólo me quedaron los recuerdos de sus tremenduras y tormentos que causaban todo el tiempo.
Era una noche fría y lluviosa cuándo mis padres me llamaron para cuidar a mis dos hermanos Absalon y Gilberth, pues ellos tenían que ir a una cena de negocios, de mala cara atendí su petición y fui hasta la casa para cuidar a mis pequeños demonios, mi madre dejó todo organizado, la cena hecha y los niños listos para ir directo a la cama, luego de despedirnos de ella me dirigí hacia las habitaciones de mis hermanos, uno estaba en la computadora jugando, es increíble como mira una pantalla sin poder parpadear, y el otro viendo televisión una de sus comiquitas favoritas, que a consideración cada vez son más inútiles, no le dejan nada bueno a los niños, todo lucía muy normal, la noche parecía tranquila, la lluvia había parado y  ellos no causaban mayor problema, pues su día había sido agotador  con las clases, el básquet y los juegos de calle, eran apenas las siete de la noche.
Decidí subir a la habitación de mis padres, buscar una buena película y relajarme mientras que jugaba a la niñera, en eso tocaron el timbre de la casa, Absalon salió corriendo para abrir la puerta pero lo detuve a tiempo, era extraño que a las ocho y media llegaran a tocar, si mi madre no me aviso de que alguien vendría, abrí la ventana y un oficial estaba parado en el umbral de la casa, en busca de declaraciones. Al parecer en las residencias vecinas acababan de secuestrar a dos pequeños niños, el crimen había sido tan sigiloso que nadie se había enterado, pero todos estábamos al tanto que en regiones cercana había ocurrido hechos similares y tal fenómeno abrumaban al país pues una pandilla de delincuentes se ocupaban de raptar niños para venderlos en el exterior, un modismo de alcance rápido y dinero fácil que se estaba prolongando durante la época. Le respondí al oficial que no sabía ni había escuchado nada pero que estaría pendiente y al tanto de cualquier anormalidad. Les explique a los pequeños la situación que aterraba a la ciudad, ellos pávidos decidieron dormir de una vez, pues no se imaginaban fuera del país y con otros padres, cerramos todas las ventanas y puertas, aseguramos cualquier entrada o salida que estuviera en la casa, no les quise informar a mis padres porque sé lo importante que es esa reunión y una preocupación en sus mente los puede perturbar. Todo estaba “asegurado” y nos sentíamos más tranquilos, cada quien volvió a su habitación, los niños se durmieron como de costumbre a las nueve de las noche, al día siguiente tenían clases a primera hora, continúe en lo que estaba justo antes de aquella interrupción.
A las once y media caí en profundo sueño, el televisor aún seguía encendido, la casa estaba en silencio, con las luces apagadas y las puertas aseguradas. Dos horas después Gilberth llegó hasta la cama en la que me encontraba afirmando que no podía dormir y que había escuchado ruidos extraños, lo tranquilice un poco, porque yo no había oído nada y de seguro todo era efecto de su imaginación, lo acosté a mi lado y nos dignamos a seguir durmiendo tranquilamente.
A las tres en punto me despierto de un susto, di un brinco en la cama y al mirar la hora me alarme, dicen que despertarse a esa hora no es buena señal, pues el mundo es mucho más vulnerable y si eso sucede es porque alguien te está vigilando. Trate de evadir esos malos pensamientos y seguir durmiendo, cosa que fue imposible tenía una incomodidad por dentro, me levante y verifique si mis padres ya habían llegado, no estaban, me inquiete y revise mi celular, tenía un mensaje de mi madre dónde me avisaba que no llegarían porque las fuertes precipitaciones derrumbaron un barranco y se les hacía imposible movilizarse, que se quedarían en un hotel. Luego de leerlo fui a la cocina en busca de un vaso de agua y fue entonces cuando escuche un golpe que venia del techo, escuchaba pasos y voces masculinas, pero no distinguía lo que decían, corrí de prisa a la habitación para ver a mis hermanos, aún dormían tranquilamente, pero aquel ruido me incomodaba, trate de ver por los vidrios de la terraza, pero todo se veía oscuro y nublado, baje desesperada para llamar a mi madre e informarle y vi en la sala la cobija tirada con la que Absalon dormía, fui hasta su habitación y para mi sorpresa el ya no estaba, subí hasta el cuarto de mis padres tratando de no angustiarme, era posible que también subiera a dormir conmigo y en el camino se le callera la cobija, cuando llegue la cama estaba vacía lo único que quedaba eran las sabanas arrugadas, las almohadas desordenadas y las cobijas tiradas en el piso y fue así sin rastro ni evidencia como mis hermanos al igual que muchos niños habían sido raptados por una pandilla desconocida, quedando en mis recuerdos aquella fatídica noche donde lamentablemente volví a ser hija única.
Dibi Torres

Comentarios

Entradas populares de este blog

Philomena